miércoles, 6 de noviembre de 2013

Lo moderno, para Andalucía, es ser dependiente

El PSOE ahora quiere construir un bloque de izquierdas en España, porque ellos son modernos, mientras que IU, lamentan, está anticuada. Realmente les gusta la palabra "moderno". Deben tener un equipo de marketing electoral obsesionado con dar una imagen de dinamismo, juventud... y luego ponen de cabeza visible a Rubalcaba. Que cosas.

El caso es que no es la primera vez que venden el humo de la modernidad. Aquí en Andalucía, tras 35 años de gobierno social-liberal, se supone que ya hemos pasado por dos modernizaciones. Dos grandes procesos de desarrollo y convergencia con Europa, que iban a hacer que nuestra economía fuese competitiva. El último, la Segunda Modernización de Andalucía, lo lanzaron en 2001 y han tenido la prudencia de quitar el documento de la web de la Junta, no vayamos a recordar lo que prometían.

La cuestión es que tampoco debe de ser tan difícil sacar a Andalucía del atraso relativo. A diferencia de otras regiones del mundo que siempre han sufrido el subdesarrollo, Andalucía fue históricamente el motor económico de España y no es hasta comienzos del siglo XX y muy especialmente en la postguerra cuando comienza su atraso.


Y es que Andalucía fue la primera región industrializada de España. Donde se instaló el primer alto horno. Y durante el siglo XIX, el puerto español por donde entraba más algodón y carbón fue el de Málaga. Un temprano desarrollo industrial textil, siderúrgico y minero al más puro estilo inglés.

Sin embargo, la falta de recursos energéticos, la política arancelaria proteccionista y la estructura de propiedad de la tierra van a dibujar en el siglo XX un giro hacia una economía dependiente, subordinada a núcleos capitalistas lejanos, cuya función es exportar productos agrícolas, minerales y mano de obra, y en la última etapa servir de destino vacacional en verano.

En términos de convergencia real, nuestro PIB per cápita, que había sufrido el mismo proceso histórico que el resto de la economía, se ha estabilizado 25 puntos por debajo de la media nacional.


Y eso por no hablar de otros indicadores como el desempleo, que nos ofrece la tasa más alta de todas la regiones de la UE.

Cabría esperar de un pueblo que logra, tras muchas luchas y sufrimiento, la autonomía necesaria para gobernarse a sí mismo, que hubiese revertido esa situación, desarrollando un nuevo modelo económico que cambiase su posición subordinada, periférica, en la división internacional del trabajo.

Desde luego hemos tenido tiempo, 35 años de autogobierno, y dinero, 80.000 millones de euros solo en fondos europeos.


Pero no, no había voluntad o capacidad política, y nuestros sucesivos gobiernos social-liberales no han hecho otra cosa que profundizar el modelo económico de dependencia periférica. En todo caso sustituyendo el núcleo capitalista dominador del centro y norte peninsular por el centro y norte europeo. Poco más.

Andalucía necesita un nuevo modelo económico centrado en sectores con mayor valor añadido, como el biotecnológico, nuevas fuentes de energía y nuevos materiales, y tiene una juventud cualificada y capaz de hacerse cargo. Pero tiene que abandonar las cadenas del viejo modelo de economía dependiente y para eso hace falta voluntad política, por ejemplo para establecer una banca pública que financie este cambio, una nueva estructura de propiedad de la tierra, hoy anclada en el feudalismo, y una política de gasto público acertada, donde prime la inversión productiva y no de gestión.

Ya es hora de sacudirse de encima a los que defienden la modernidad solo como retórica vacía, y que los que saben hacia donde andar y tienen el valor de hacerlo, den un paso al frente, aunque sean unos antiguos.



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